Cuando se habla de sexología la mejor fuente siempre son sus verdaderos especialistas, pero ¿A qué se dedica realmente un sexólogo? ¿Qué estudia? ¿En qué temas se centra su ámbito de estudio y en cuales no?
La sexología como tal es realmente reciente como disciplina de estudio en sí misma. Y es que, aunque poetas y literatos de todos los momentos y épocas de la historia han escrito sobre la sexualidad, la sensualidad y el deseo humano, pintores de todo el mundo han retratado lo que consideraban el significante de la palabra <<sexo>> y muchísimas tradiciones y folclores han hecho grandes referencias a la sexualidad desde tiempos inmemoriales, hasta los comienzos del siglo XX la ciencia seguía estando limitada a estudiar solamente algunos aspectos parciales de esta temática, como podrían ser la anatomía o morfología de los genitales o los órganos reproductores. De hecho, la tendencia a legitimar la corriente de pensamiento y el estilo de vida dominantes de la época seguía en auge, declarando así como desviada, enfermiza, degenerativa o patológica cualquier conducta que se saliera ligeramente de la norma.
Sin embargo, la semilla del cambio se podría considerar que se plantó a partir de la segunda mitad del siglo XIX, pues la incorporación de la mujer al trabajo y el desarrollo del Movimiento Obrero comienzan a suscitar socialmente la idea de la posibilidad del pensamiento diferente, de la renovación, el cambio y la innovación. Este cambio de paradigma influyó en todas y cada una de las disciplinas y áreas de la sociedad, produciendo que algunos científicos se comenzaran a interesar de forma completamente abierta por el estudio de la sexualidad. De hecho, se consideran al pensamiento liberal primero, y al Movimiento Obrero después, como los grandes gérmenes que produjeron la posibilidad de una mayor libertad de pensamiento, tratando de derribar así los planteamientos morales victorianos, conocidos por sus principios represivos.
Krafft-Ebing, sin dejar de encontrarse dentro de esta corriente victoriana, fue uno de los primeros autores en tratar el tema de la sexualidad, escribiendo en 1886 el libro Psychopathia Sexualis, dedicado a lo que él consideraba como “perversiones sexuales”. Sin embargo, puesto que su área de estudio era realmente la psiquiatría y que su obra no rompe con la tendencia a la patologización de todo aquello diferente, sin pararse a estudiarlo u observarlo, no se considera uno de los “padres” de la sexología como ciencia. De hecho, fue tras este y con ayuda del Movimiento Obrero y el movimiento feminista que muchos autores, marxistas y psicoanalistas a la vez, comenzaron a ver un sentido social en la represión sexual, venido del interés de la clase dominante por someter a los obreros, como sería el caso de Moll, Forel o Ellis.
Fue Havelock Ellis uno de los verdaderos padres de la sexología como la conocemos hoy en día. El médico y profesor inglés comenzó a partir de 1896 a viajar por el mundo para estudiar diferentes culturas, publicando así un total de treinta y dos ensayos titulados “Estudios sobre la psicología del sexo”, presentando la sexualidad como una dimensión positiva, la cual ocupa un lugar decisivo entre las motivaciones humanas, siendo compleja y pudiendo vivirse de formas completamente diferentes. Ellis criticó y relativizó el término normalidad y rechazó la mayoría de tópicos considerados hasta el momento como verdades científicas: la masturbación no es una conducta tóxica, sino una práctica común; la homosexualidad no es una desviación, sino una conducta minoritaria; el deseo de placer no es algo único del hombre, puesto que la mujer también desea y puede obtener placer de las relaciones sexuales.
Ellis también reconoció el gran peso de los factores psicosociales en las disfunciones sexuales y concedió una gran importancia a la sexualidad infantil, concediéndole una importancia decisiva en el desarrollo posterior de la persona, declarándose así un firme partidario de la educación sexual en la infancia. Es por todas estas razones por las que Havelock Ellis puede ser considerado como uno de los predecesores de Freud, habiéndose adelantado varias décadas a las ideas de la época gracias a una visión abierta y positiva de la sexualidad.
Tras Havelock Ellis se puede considerar que es Sigmund Freud el siguiente autor de referencia y con una importancia decisiva en la sexualidad de la vida humana. Freud abrió la posibilidad de los procesos psicosomáticos subyacentes a las patologías psiquiátricas, los cuales eran posibles de averiguar a través del psicoanálisis. Fue así como Freud encontró en sus pacientes psiquiátricos, bajo la “apariencia” de diferentes contenidos y síntomas manifiestos directamente observables, habían tenido conflictos infantiles de naturaleza sexual, lo cual llevó a Freud a reconocer la importancia de la sexualidad infantil y a formular el concepto de pulsión sexual y postular una teoría del enfermar psicosomático basada en la historia sexual de cada individuo.
De esta manera se da la observación de la sexualidad como fuente motivadora de la conducta sexual humana, enraizado así entre lo biológico y la vivencia como necesidad de búsqueda del placer, partiendo de la premisa que lo que la energía busca es la descarga a través del placer, siendo imposible así el escapar de su influencia. De esta manera, la sexualidad puede satisfacerse, sublimarse, reprimirse o sufrir fijaciones, regresiones, desplazamientos, etc. Es así como el objeto del deseo sexual es lo más variable de la pulsión.
Es en los años posteriores a la primera guerra mundial y junto con la publicación de las últimas obras de Ellis y Freud, los valores propios victorianos entraban realmente en crisis, desarrollándose en plenitud nuevas ideas de libertad e igualdad en Estados Unidos, Inglaterra y el centro de Europa, extendiéndose así progresivamente al resto de occidente, contribuyendo a este cambio la influencia del pensamiento socialista, los cambios socieconómicos, la incorporación de las mujeres al trabajo y los movimientos feministas y juveniles.
Dos referentes relacionados con el feminismo, Sanger en Estados Unidos y Stopes en Inglaterra, comenzaron a defender el derecho a la vivencia de la libre sexualidad de la mujer, además de fomentar la creación de clínicas especializadas en la anticoncepción. Fue también en este periodo cuando aparecieron libros explicativos de las técnicas sexuales con el objetivo del placer. “El matrimonio ideal” de Van de Velde, en 1926, y “Cómo alcanzar y practicar la vida sexual ideal” de Rutgers en 1937 tuvieron una gran difusión por todo el continente europeo.
Fue el alzamiento del fascismo en España, Italia y Centroeuropa, junto a la depresión de 1929 y la Segunda Guerra Mundial lo que paralizó el proceso de reconocimiento social de la sexualidad hasta el nuevo triunfo de las democracias de occidente, volviendo a dar lugar a las condiciones sociales para la exploración científica y social de la sexualidad. La educación sexual en la escuela y la asistencia sanitaria en planificación familiar comenzaron a ser servicios reconocidos por los poderes públicos en muchos países.
De esta manera, y tras muchos autores, llegamos hasta el matrimonio de Virginia E. Johnson y William H. Masters, quienes, junto a su libro, “La conducta sexual inadecuada”, revolucionaron el campo del tratamiento de las disfunciones sexuales, dando así origen a la terapia sexual en los años setenta. Masters y Johnson abrieron también dos nuevos campos de estudio dentro de la sexualidad: los estudios fisiológicos de la respuesta sexual humana y la terapia sexual. El libro, plantea un modelo que permitiría solucionar la mayor parte de las disfunciones sexuales en semanas, considerando la disfunción como un problema que implica a los dos miembros de la pareja, asentando la terapia en el contacto corporal, la comunicación, la información adecuada por parte de los terapeutas y la realización de tareas específicas para cada uno de los problemas.
Este modelo fue posteriormente enriquecido por investigadores como Kaplan, Anon o Lo-Piccolo.
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