La ablación o mutilación genital femenina (MGF) es definida por la UNICEF de la siguiente manera: “procedimiento que se realiza a una mujer o a una niña con el objeto de alterar o lesionar sus órganos genitales sin que existan razones médicas que lo justifiquen. Casi siempre implica la extirpación parcial o total de los genitales externos. La mutilación genital femenina constituye una violación de los derechos humanos fundamentales de las niñas y las mujeres.”
Esta práctica es algo característico de muchos países de África y el suroeste asiático u oriente medio, donde la violencia contra mujeres y niñas es algo aceptado y muy arraigado socialmente. Las razones de esta práctica son muy diversas: desde rituales de transición a la madurez como supuestas formas de control de la sexualidad femenina, creyendo incluso que es una forma de asegurar el futuro matrimonio de las niñas y el honor familiar. Algunas comunidades asocian la ablación femenina a distintas creencias religiosas, a pesar de que a día de hoy no se ha encontrado ningún texto religioso de ninguna corriente que obligue a practicarla.
Los datos exactos de niñas y mujeres que han sido víctimas de MGF a día de hoy es desconocido, aunque sí que las diferentes organizaciones internacionales, como UNICEF, estiman que al menos 200 millones de niñas y mujeres entre 15 y 49 años han sido víctimas de esta práctica, la cual siga llevándose a cabo en 31 países. En Guinea y Somalia, por ejemplo, se estima que más del 90% de las mujeres y niñas han sido mutiladas. Los esfuerzos para abolir la MGF a nivel internacional han conseguido grandes avances en los últimos 30 años. Sin embargo, para poder hacerla desaparecer para 2030, UNICEF estima que habría que ir, al menos, 10 veces más rápido de lo que se está yendo.
Por otro lado, está más que comprobado que no existe ni un solo beneficio de la ablación en la salud femenina. De hecho, puede causar muchos y graves problemas en la vida de la víctima, como infecciones, dolores intensos, estados de choque o la muerte como complicaciones inmediatas, mientras que a largo plazo puede suponer la aparición de problemas vaginales y menstruales, dolor en el coito, mayor riesgo de complicaciones en el parto o hacer necesarias nuevas intervenciones quirúrgicas.
La mayoría de estos procedimientos son practicados en la infancia de las niñas, normalmente entre la lactancia y la adolescencia, aunque en determinados y casos y bajo diferentes argumentaciones puede ser llevada a cabo en la edad adulta. Según datos de la OMS, “se calcula que cada año más de tres millones de niñas corren riesgo de sufrir MGF, mientras que más de 200 millones de mujeres y niñas vivas actualmente han sido objeto de la MGF”
Dentro de la misma práctica, existen diferentes tipos de mutilación femenina, clasificados por la OMS en cuatro grandes grupos:
- Tipo 1: amputación parcial o total del glande del clítoris y/o su prepucio
- Tipo 2: amputación parcial o total del clítoris y los labios menores
- Tipo 3: también denominado infabulación, tratándose de un estrechamiento de la abertura vaginal, sellada al ser cortados, recolocados y cosidos los labios menores o mayores.
- Tipo 4: todos los demás procedimientos lesivos genitales femeninos sin finalidad médica.
La mayor problemática en este tipo de prácticas es que se trata de delitos culturales, es decir, delitos llevados a cabo con razones culturales o religiosas, tan arraigadas en las sociedades o comunidades donde es practicada que la dificultad de erradicarlas se ve gravemente incrementada. Incluso estando en contra de ella, muchas familias deciden llevarla a cabo por el marginamiento o estigma social que pueda acarrear no llevar a cabo la ablación femenina.
Como medida en pos de la erradicación de la MGF, la OMS (Organización Mundial de la Salud), UNICEF (El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia) y UNFPA (Fondo de Población de las Naciones Unidas) firmaron e hicieron pública en 1997 una declaración conjunta en contra de la mutilación genital femenina. De momento, y según consta en la página oficial de la OMS sobre este tema, algunos de los mayores progresos han sido los siguientes:
- Una mayor participación internacional en la lucha por la eliminación de la MGF
- La creación de organismos internacionales de seguimiento y adopción de resoluciones
- Revisión de los ordenamientos legislativos en 26 países de África y Oriente Meedio
- Disminución significativa de las víctimas de MGF en la mayoría de países que más la practican.
Tras muchas otras medidas, la OMS finalmente presentó en 2018 un manual clínico sobre la ablación femenina para los prestadores de atención a la salud, pudiendo así mejorar los conocimientos, actitudes y aptitudes para tratar a las víctimas.
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