Se entiende como inteligencia sexual la capacidad individual de la gestión sana y madura de la sexualidad, así como de satisfacción mutua en pareja. La inteligencia sexual se relaciona de manera directa con la inteligencia emocional ( “constructo que nos ayuda a entender de qué manera podemos influir de un modo adaptativo e inteligente tanto sobre nuestras emociones como en nuestra interpretación de los estados emocionales de los demás” ) y con la intuición sexual ( capacidad de percepción de los gustos y necesidades de la pareja sexual, entendiendo y sabiendo lo que la pareja desea y siente en cada momento, teniendo así un mayor control general del acto sexual y de las sensaciones que producimos en nuestra pareja).
Durante mucho tiempo se ha relacionado en el imaginario popular el cociente intelectual con la inteligencia, entendiendo inteligencia como una llave al éxito social. Es decir, se ha considerado el cociente intelectual con un gran desempeño académico, con el éxito profesional. Sin embargo, en las últimas décadas ha comenzado a verse que tal vez esto no se trate más que de una imagen sesgada y completamente parcial de la realidad que vivimos.
Investigadores y corporaciones llevan años detectando que las capacidades con más probabilidades de acercarnos al éxito en la mayoría de los casos son diferentes y van más allá que la simple aplicación de la lógica y la racionalidad. Capacidades que quedaban completamente excluidas de los test de inteligencia convencionales. Esto desarrolló, con el tiempo, la Teoría de las Inteligencias Múltiples, de Howard Gardner, la de la Inteligencia fluida y cristalizada de Raymond Cattel o la de la Inteligencia Emocional, popularizada por Daniel Goleman.
Es tan sencillo como pensar la trascendencia de nuestras emociones en nuestro día a día. Gran parte de nuestras decisiones, nuestros objetivos y nuestro futuro se ve influenciado de una forma u otra por las emociones. Es por ello que desarrollar un domino y un entendimiento certero de nuestras capacidades emocionales es algo tan importante para nuestro bienestar diario
Una de las primeras bases para una buena inteligencia sexual es el autoconocimiento, ya que sin saber qué nos gusta, qué nos excita, qué produce la excitación de cada una de nuestras zonas erógenas… Es imposible que podamos saberlo sobre nuestra pareja. Es decir, si no partimos de la base de saber producirnos placer, y qué provoca este placer en nosotros mismos, es muy poco probable que sepas cómo producirlo en tu pareja. Es por ello que es importante, como se menciona anteriormente, un desarrollo suficiente de nuestra inteligencia emocional, la cual nos dotará de la empatía necesaria para prestar atención a lo que nuestra pareja siente en cada momento.
Aunque no se suele considerar una de las bases relacionadas con la inteligencia sexual, sí es cierto que también es importante una tercera inteligencia: la inteligencia social, la cual nos permitirá relacionarnos de una manera mucho más efectiva y asertiva, desarrollando con ella unas capacidades comunicativas suficientes que nos permitan poder compartir con nuestra pareja qué sentimos en cada momento, qué nos gusta y qué queremos de una forma mucho más fluida y natural, sin necesidad de que estos tipos de conversaciones nos produzcan el tan conocido “reparo” debido a la gran carga social que sigue teniendo a día de hoy los temas relacionados con la sexualidad, constituyéndolos como “temas tabú”
Una suficiente educación sexual también es muy importante a la hora de desarrollar la inteligencia sexual. Sin los conocimientos precisos sobre la sexualidad, toda nuestra vida sexual carecerá de una base sólida en la que construirse, pudiendo así colarse en esta diferentes mitos y tabúes eróticos que circulan en nuestra sociedad y que en la mayoría de ocasiones interiorizamos y asimilamos de manera inconsciente a través de nuestro entorno desde las primeras etapas de la socialización.
En definitiva, para una vida sexual plena en la que seas capaz de entender a tu pareja y de hacerla disfrutar al máximo, del mismo modo en que puedas comunicarle de una manera abierta, fluida y clara tus gustos y preferencias, es necesario poseer una inteligencia sexual construida a partir de ciertas bases bien estructuradas y que, en su conjunto, te permitirán desarrollarte mucho mejor en diferentes áreas de tu vida, no solamente la sexual.
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