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Entrevista a Yulia Martinov: "O nos integran, o estaremos en los arrabales"


Yulia tiene 21 años y estudia ciencias políticas y filosofía en la Universidad Complutense de Madrid, aunque es original de Bulgaria. A su vez, Yulia milita en el PCE, donde espera poder luchar por un futuro por la realidad trans de nuestro país. Como mujer trans que ha comenzado su transición hace relativamente poco, ve urgente la aplicación de una legislación que pueda asegurar el futuro social y laboral de las personas trans.


- Sexolog: Bajo su punto de vista, ¿Cuál es el punto más urgente a cambiar dentro del sistema de salud público respecto a la realidad de las personas trans?

- Yulia: Creo que lo más primordial es despatologizar a las personas trans. Lo que no puede ser es que los trans, por su condición humana y su realidad vivida, contando ya con toda la precarización que tienen detrás, sean tratados como enfermos. Es un paso muy importante, y creo que sería el primero que habría que dar para lograr integrar y dotar de cierto reconocimiento que tendrá efectos positivos en cómo se percibe lo trans en la sociedad en general. Encerrar a los trans bajo el cliché de “locos” no hace más que fomentar la discriminación.


S: A día de hoy en nuestro país, ¿Cuáles son los pasos que una persona transgénero ha de

seguir en la Seguridad Social para poder comenzar su tratamiento hormonal?

Y: La Seguridad Social, si se me permite decirlo, es lo de menos. Los pasos clave son anteriores a todo este proceso, trascendentes. El choque en todos los niveles de las personas trans es enorme, y va mucho más allá a todo lo que tiene que ver con lo sanitario. Aun así, una vez aclaradas las dudas internas y pulidos ciertos aspectos que han rondado por la cabeza de las personas trans, muchas se deciden a acudir a la Seguridad Social para solicitar su tratamiento hormonal. No todas lo hacen, no están obligadas y no tienen por qué hormonarse, porque ello no los hará más o menos hombres, más o menos mujeres, aunque tampoco podamos prescindir de la socialización y de la percepción material, social y psicológica que tienen de sí mismas las personas trans, como ocurre también con personas cisgénero. Por mucho que se sepa que nuestro cuerpo es nuestro, no deja de haber presiones internas y externas, luchas inacabables, que de alguna manera buscan ser solucionadas por medio de alguna vía. Si muchos recurren a ello, puede deberse a múltiples factores condicionantes, tanto biológicos, fisiológicos y sociales, y sin haber una división tan

drástica entre estos. A lo que voy, es que la necesidad manifiesta de algunas personas trans a hormonarse no es sinónimo de que las únicas trans, las auténticas, son las que se hormonan. Tampoco podemos concluir que la hormonación se haga simplemente por algo estético, sino que, como antes he señalado, esta necesidad se conforma por una serie de detonantes o actores que influyen en la persona.

Es respetable que los trans se hormonen, así como es válido que no lo hagan. Al igual

que una mujer decide o no tomar la píldora o la anticonceptiva. Aun así, al igual que

muchas mujeres toman la anticonceptiva por alguna razón más o menos explicable y

argumentable, lo mismo ocurre con los trans. No es “tomar por tomar”, no es

solamente “por aparentar”. Es por ser, por querer, por sentir. No se traduce en un

mero capricho.

Una vez aclarado esto, los pasos de las personas trans que quieren recurrir al

tratamiento hormonal son unos cuantos. Se trata de un procedimiento no exento de

dificultades y dudas para los trans, y esto no se está visibilizando. Tener que explicarle

al psicólogo por qué eres trans y verse obligado a recurrir a estereotipos para justificar

una identidad que traspasa lo meramente estereotípico, para así convencer a los que

creen que hay una dicotomía tan clara entre ser niño o ser niña, basándose sobre todo

en clichés, es, cuanto menos, agotador. Por supuesto, no todos los psicólogos actúan

de esta manera, pues hay muchos que son conscientes de que la identidad de género no necesariamente va ligada a todos estos estereotipos de la década de los 80, aunque

no por ello podamos prescindir del todo de ellos porque se materializan y evidencian

en una cierta forma de pensar y vivir. A lo que voy, es que el rosa no es que sea de

chicas, sino que el rosa está hecho para las chicas. A lo que voy, es que tener que

decirle al psicólogo que no querrías perder el apetito sexual no significa que seas un

hombre, sino que, como mujer, trans o cis, tienes el mismo derecho a disfrutar de tu

vida sexual de la forma más plena posible.

Después de que te hayan diagnosticado para determinar si eres, o no, trans, empiezan

análisis médicos. Y no es que esté mal que se tenga el debido cuidado médico, pero el

problema está en que las miradas de compasión hacia el enfermo te hacen sentirte un

monstruo. Está claro que sufrimos, pero no sufrimos por ser trans, sino por cómo nos

imaginan los cis. El sufrimiento no va ligado a lo trans, tampoco a lo cis. El sufrimiento

se da o no. El error está en cargar a los trans de todo esto.

Finalmente (aunque no sé si debería decir que es solo el principio), llegas a la terapia

hormonal que, si bien es lo esperado por muchas personas trans, no quiere decir que

los problemas se acaben. Las miradas siguen ahí. Los problemas legales, médicos,

sociales y laborales, también.


S: Cree que la realidad trans necesita de manera urgente una legislación que la apoye y

proteja?

Y: El 80% de las mujeres trans se han visto tan ninguneadas en cualquier entorno laboral,

que lo único que les quedaba era dedicarse a la prostitución. No de manera voluntaria

ni libre, como muchos pretenden decir para restarle importancia a un asunto tan

humillante. Es renegar de cualquier expectativa, de cualquier meta, para dedicarte a la

única carta que te queda para encajar en un sistema podrido.

Creo que ya he respondido. Creo que o nos integran, o estaremos en los arrabales. Y

esto no solo habla de los trans, sino de todo ser precarizado. La gran mentira de la

igualdad de oportunidades no existe, y no existirá si no se garantiza una igualdad real.


S: Cree que esta legislación, como sería el tema de la “Ley Trans”, ¿Es un buen primer

paso o habría que comenzar desde otro punto?

Y: Creo que es un buen paso dentro de lo que cabe. Tampoco podemos prescindir de que

es difícil generar políticas públicas que contemplen todos los intereses atomizados de

una sociedad cada vez más irreconciliable. Aun así, se trata de un paso a favor de la

despatologización de los trans.

Se trata de una medida que, aunque llegue más tarde que pronto, porque las

exigencias de muchas asociaciones en defensa de los derechos LGBT ya llevan años

pidiéndola, promete el alivio de muchas personas trans, sobre todo en los trámites

jurídico-administrativos.

El miedo de muchos círculos feministas es comprensible, porque se parte de una

concepción que únicamente entiende el género divorciado de todo atributo físico, del sexo. Se entiende el género como mera opresión, cuando en realidad jamás ha sido así. La división de los seres humanos según el sistema sexo-género no solo es reductible a físico, sino que influyen las actividades desempeñadas y por desempeñar,

Lo que es psicológico y social. También lo biológico, que no puede prescindir de la

multiplicidad de variables. Al fin y al cabo, es una realidad experimentada. Es

observable, tangible y condicionante.

Tampoco por ello estaremos negando que la mayoría de mujeres sí se sienten y están

conformes con su identidad de género y su sexo, porque es un hecho material.

Tampoco por ello estaremos negando que lo trans existe tanto como una mujer cis. No

solo porque sea palabra, sino que tiene contenido. Porque un trans no recurre a la

hormonación por nada, no decide feminizarse o masculinizarse por nada, no actúa de

una manera determinada por nada. No siente y vive porque le han dicho que es chica

o chico o porque no se lo hayan dicho. El sexo-género no es solo gonadal, sino

hormonal, psicológico, social. No hay sexo sin género, y tampoco hay género sin sexo.

Quizás el borrado de toda opresión será efectuado cuando reconozcamos esto. Y los

trans tienen mucho que decir aquí.

Debo decir, que lo femenino no sería oprimido si lo masculino no se impusiera desde la

agricultura. Decir, que lo femenino y lo masculino, y los cuerpos humanos, sí son

reconciliables. Decir, que perseguir a aquellas personas que van a beneficiarse de esta

ley, y no condenar al verdugo, es desleal. Utilizar argumentos de pendiente resbaladiza

servirá para tan poco como sirvieron antes de aprobar el matrimonio igualitario.


S: ¿Consideras que podemos hablar de partir de un sistema sanitario tránsfobo?

Y: Una persona con sobrepeso puede recurrir a la Seguridad Social si necesita una ayuda

médica para mejorar sus condiciones físicas y psicológicas. La persona con sobrepeso

no está enferma en sí –como persona–, sino que tiene sobrepeso. Lo mismo debería

ocurrir con las personas trans. Nuestra condición humana es inalienable y no somos

otra especie.


S:¿Es, a día de hoy en nuestro país, peligroso ser una mujer trans en cuanto a la

posibilidad de ser agredida, excluida o marginada? ¿Está esto cambiando?

Y: España es uno de los países donde más tolerancia hay hacia toda diversidad LGBT. Sin

embargo, no por ello deja de haber problemas. Podremos estar agradecidos por vivir

en un entorno más seguro que otro, y no deberíamos conformarnos con lo que

tenemos en base a los demás, sino por lo que podríamos tener.

Es peligroso ser trans en todos los lugares del planeta. En unos más, y en otros menos.

Que haya mayor o menor tolerancia, no es sinónimo de que exista reconocimiento, y

este no existe de manera plena en ningún lado. Ni en España, ni en Marruecos.

Hay palizas todos los días. Miradas, reproches y acoso. Desde que se entra al metro

hasta que se va al monte de paseo. Pero esto no es lo más peligroso. Es algo que

ocurre cada vez menos, diría. Lo más peligroso es sonreírle al trans mientras juras internamente no contratarlo por muy válido que seas porque no es la imagen que

buscas en tu empresa. Como un extraterrestre que no necesita comer, lo apartas de

todo sistema productivo para que sirva de advertencia para aquellos que se desvían

del orden.


S: ¿Consideras importante que los menores trans puedan tener el derecho de cambiar su

dni, comenzar su transición con bloqueadores o con hormonas, etc. sin necesidad de

contar con el apoyo de sus progenitores?

Y: En primera instancia, diría que sí. Sin embargo, mi punto de vista es divergente en esta

pregunta. Más que prescindir de los padres, habremos de hacer dialéctica con los que

no sepan ver y querer a su hijo como lo que es. Esto no ocurre solo con los trans. El

consejo de los padres es un consejo porque pensamos que quieren lo mejor para

nosotros, pero jamás es un mandato que obligue a su hijo a cumplir con las

expectativas de otro. Porque está bien tener referentes, pero la referencia no es

obediencia absoluta. Entender esto es lo más relevante.


S: ¿Qué opinas del discurso de las TERFS sobre la ley trans?

Y: Creo que ya hice un guiño hacia este tema antes. Las PERFS (las pene-excluyentes),

más que TERFS (las trans-excluyentes), se creen que los hombres trans están

confundidos y que en realidad son mujeres. Sin contar con su beneplácito, buscan

resituarlos ahí donde ellas quieren. Señalan que es fruto de la opresión del género,

pero lo que no entienden es que el género no es algo inventado para oprimir, sino que

surge como una división sexual y una organización material dada que es contingente a

lo largo del tiempo. Se creen que las mujeres trans son violadores o gais muy

femeninos. Cuando llegue y les diga que soy una mujer trans, que odio el rosa, y que

soy bisexual, posiblemente les explote la cabeza. No como meras etiquetas, sino como

mi forma de vivir y de ser: mi atracción, mi identidad, mis gustos, e incluso mi cuerpo.

Sostienen que el pene es determinante, sin importar nada más. Se creen, que la

persona es pene o vulva, sin importar la variabilidad de las características primarias y

secundarias o de lo que la persona haga o quiera hacer, como fruto de todo un

proceso vivido, con todo ello.

Es evidente que la ley irá puliéndose, como todas, realizando evaluaciones de las

políticas aplicadas. Es evidente que puede haber oportunistas que pretendan

aprovecharse de una ley no destinada a ellos, pero para eso está el fraude de ley o los

antecedentes jurídicos, así como el testimonio de cada persona enjuiciada. Más que

tener un discurso bien sostenido, las PERF recurren a falacias para pretender tumbar

una ley que, como otra cualquiera en un Estado, entiendo las características sociales,

democráticas y de Derecho, tiene ciertas externalidades. Externalidades que, no

obstante, en ningún momento cuestionan a las mujeres, sino que engloban a todas

ellas para garantizar un mayor acceso a las vías jurídicas y legales. Porque no, un

hombe cisgénero no reniega así porque sí de ser hombre cisgénero, de ser

heterosexual. No se trata solo de decir, sino de vivir, de sentir y de ser. Sus miedos son

infundados y persiguen a la víctima antes que al delincuente. Y borrar a la víctima, por mucho que crean que es beneficioso para el feminismo, no soluciona el problema.

Evidencia una dualidad, tal y como existió en su día, y sigue existiendo, a mi parecer,

entre burguesas o adineradas, y precarizadas.


S: ¿Crees que el boom que está teniendo ahora mismo la serie “Veneno” es algo

beneficioso para la comunidad trans o no?

Y: Creo que la serie “Veneno” es buena para dar visibilidad a un problema que se vivió y

se sigue viviendo a día de hoy. Es un buen ejemplo de los obstáculos por las que debe

pasar toda persona, y sobre todo una persona trans. No por ello hemos de quedarnos

con una historia particular que puede ser reprochable en ciertos aspectos para elevarla

como Verdad. Si Cristina actuó como un monstruo en ciertas ocasiones, si era

impulsiva o temperamental, era porque la sociedad no dejó de indicarle que, de no ser

así, no podía conseguir nada. Y la salida es buscar el puente entre dos partes que no

quieren darse la mano. Admitiendo equivocaciones y aplaudiendo aciertos.

Es beneficioso para la comunidad trans desde que narra una historia que guarda

parecidos con otros mil historias más. Es beneficioso, porque ante la pantalla se

muestra la cruda realidad. De una persona que tuvo que luchar para ser, para existir.

Viene bien para decir: aquí está, vale, ¿cómo mejoramos todo esto?, ¿cómo hacemos

para que los futuros trans no tengan que verse en las mismas?, ¿cómo hago yo para

evitar hacer algo que no deseo hacer? Y lo más importante, ¿qué tiene que hacer toda

la sociedad, yo incluida, para que esto no ocurra? Sociedad no como algo abstracto,

sino como algo factible que se ve y se vive. Como leyes, como personas, como labor.


S: Desde tu experiencia personal, ¿Cómo ha sido y está siendo los comienzos de tu

“transición”?

Y: Por muchas dificultades que me llegue a plantear y por más obstáculos que visualice,

gestiono bastante bien la transición. Es evidente que hay etapas en las que sientes que

te desborda todo este asunto. No eres capaz de pensar en un futuro estable, y debes

luchar contra ti misma. Aportar, mínimamente, cierta luz. Evidentemente, esto no

sería posible si no es por el apoyo de compañeras, amigas y hermanas.

De momento, estoy esperando a que me atiendan en psicología. Una vez comentado

el tema a mi médico de familia, he sido derivada a esta especialidad. Lo malo es la

larga espera, pero entiendo que nadie está viviendo situaciones fáciles, dada la

coyuntura actual. Aun así, no pretendo establecer jerarquías en base a la importancia

del tratamiento o de la atención sanitaria. Por lo que abogaría, más bien, es por la

plena destinación de recursos al sector público, que se ve desbancado. Las carencias

son evidentes, pero esto da para otro debate que involucra al sistema productivo en sí.

Me quedo con que estoy viviendo una liberación. Liberación, no obstante, que está

llena de altibajos. No solo por mí, sino por aquellos que me ven y me juzgan. Los que

silban por la calle, los que gritan o los hacen que su curiosidad se escape tanto, que

decidan invadir el espacio de una persona que, sobre todo, necesita acallar las

preguntas por un tiempo. Aun así, hay sonrisas, y no solo la mía. Lucho por ellas.

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